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sábado, 10 de mayo de 2014

6. Familias perfectas.

SARAH
Estaba deprimida. Al final no habían querido publicar mis fotos urbanas. Como dije que iba a empezar Bachillerato, pensaron que tenía dieciséis años, pero no era así. Al enterarse de mi verdadera edad me dijeron algo como: Está muy bien que seas tan lista, enhorabuena, pero no podemos publicar tu colección.

Saqué todos mis álbumes de fotografía. Cada uno era una colección y me encantaba verlos.
Primero, saqué un álbum color rosa palo. Tenía una etiqueta que decía Mis amigas y yo, estaba repleto de fotos mías con mis amigas. Claro que casi todas de ellas o ya no eran mis amigas, o se habían mudado, o simplemente se habían quedado en Oregón. Además, tampoco era tan amiga de estas últimas. Después, saqué uno verde clarito en el que tenía fotos con la familia y entonces, vi uno que hacía mucho que no usaba. Era de azul cielo y no tenía título. Tan solo tenía una A mayúscula en la esquina inferior derecha. Lo abrí y empezó a pasar las páginas. Estaba lleno de fotos de Adrien. Solo en las fotos podía tocarlo. La mayoría eran fotos de la clase entera o recortes de revistas del equipo de lacrosse (él era el capitán). Incluso fotos del anuario. Tenía de todo. En parte me sentía como una psicópata. Pero como me encantaba la fotografía, era más bien la forma más bonita de tener algo suyo. Lo único malo, era que en sus fotos, no podía sentirlo.

CRISTINA
Me desperté bastante tarde. Cerré mi diario (que estaba tirado en la cama) y salí de la cama. Me miré al espejo y me peiné. Salí un rato a dar una vuelta por la playa, sola. Ya estaba acostumbrada a estar sola, aunque siempre podía contar con Maia y los demás. Estar sola es bueno, no estar siempre, pero de vez en cuando. No sé por qué la gente piensa que es malo... La costa brava tenía algo malo: las piedrecitas. Tantos años caminando por esa arena y las pequeñas piedrecitas todavía me molestaban.

Volví a casa justo a la hora de comer. Y de nuevo, noté en falta a mi hermana, Blanca. Ella solía cocinar, y cada vez que cocinaba mi madre, se notaba que no era lo mismo. Me senté a la mesa y probé un sorbo de la sopa. Di unas vueltas con la cuchara y no pude callármelo:
-La sopa de Blanca nunca era sosa.
Mis padres soltaron de golpe las cucharas y me miraron. Mi padre miró el plato y mi madre, intentó decir algo, pero en lugar de hacerlo cogió la cuchara y siguió comiendo.
-Come - dijo mi padre antes de imitar a mi madre.
Asentí aunque no me estaba mirando y lo hice.


SARAH
Cuando terminé de ver todos mis álbumes, fui a la biblioteca (la que tengo en casa) y rebusqué entre los libros. Al final, me decanté por una novela grecolatina y justo cuando iba a sacarlo de la estantería, algo se rompió abajo. Empujé el libro para que volviese a su posición inicial, salí de la biblioteca y corrí escaleras abajo.

-¡¿Qué ha pasado?! - grité nada más llegar abajo.
Volví a escuchar lo mismo: parecía un plato. Atravesé la planta baja para llegar hasta la cocina y encontré a todas las sirvientas en línea mirando hacia el suelo.
-¿Qué está pasando, María? - pregunté a una de ellas.
No respondió. Tan solo se encogió de hombros. Estaban realmente preocupadas. Otro plato se rompió. Doblé la esquina y encontré a mi madre, en la otra punta de la cocina lanzando la vajilla contra el suelo.
-¡Mamá! - grité.
No me hizo caso y sacó otro plato del mueble.
-¡Mamá, para! - grité de nuevo acercándome hacia ella.
Me estaba ignorando completamente, ¿qué había pasado?
Mi madre tiró otro plato y me lancé para abrazarla por la espalda.
-Mom, stop! What the hell are you doing? What's going on?
¡Para, mamá! ¿Qué narices estás haciendo? ¿Qué ha pasado?
Empezó a llorar y se cayó al suelo conmigo abrazándola. No sabía qué estaba pasando, pero tenía que ser algo importante. Muy importante.

Llamé a María para que le hiciera un té.

CRISTINA
Después de comer, decidí volver ha salir. Mis padres no dejaban de mirarme cada dos por tres y me incomodaba. Intenté quedar con todos pero al final, todos me fallaron, menos Cristian.

-¡Hola! - grité cuando lo vi aparecer.
-Hola, perdona es que... Da igual - dijo jadeando.
-Gracias por venir - dije.
-¿Ha pasado algo? - preguntó centrándose en mí.
-¿Tiene que haber pasado algo para que quiera quedar contigo?
-No has respondido a mi pregunta - dijo.
-Ni tú a la mía - dije sonriendo.
Me miró sonriendo y después pensó una respuesta que no sonara... extraña.
-A ver, te iba ha decir que a tí siempre te pasa algo, pero, para que no me mates aquí mismo, diré que no.
Reí.
-Te toca - dijo.
-Veamos, sí que a pasado algo - empecé.
-Lo sabía - dijo riendo.
-Ha sido... por Blanca... - dije.
En ese momento, su cara de felicidad se transformó en una de tristeza. Me miró y me rodeó con sus brazos. Me incliné hacia él y él me besó en la sien.
-Lo siento. Mucho - dijo.
-Ya, bueno... Yo también siento que mi familia se haya vuelto loca - dije incorporándome de nuevo.
-Tu familia no está loca - dijo.
-Mi madre... bueno, mi padre... Mejor dicho, mis padres... no me aguantan.
-Venga ya. Todos los padres quieren a sus hijos. Un hijo podría hacer cualquier cosa y sus padres seguirían queriéndolo aunque se avergonzaran de él.
-Bien, rectifico: mis padres se avergüenzan de mí.
-Y... ¿se puede saber por qué, señorita? - dijo tratando de animarme.
-Porque no entienden que ellos no conocían a Blanca. Que la hecho de menos. Que era una persona difícil... De hecho, no estoy segura de si yo la conocía.

SARAH
Mi madre acabó en el hospital. Le dio un ataque de ansiedad unos minutos después de haberse relajado con el té. Mi padre todavía no sabía nada. Podría haberlo llamado, ¿pero qué iba ha decirle? "Papá, mamá está en el hospital porque ha tenido un ataque de ansiedad. Cuando sepamos por qué y tal te llamo...". Ni si quiera sabíamos lo que había pasado.

La enfermera salió a la sala de espera y nos dijo que podíamos irnos, que estaba bien. María se quedó y yo, agobiada, decidí salir aunque quería apoyar a mi madre. "Lo siento", dije mirando a la puerta, "pero no soporto los hospitales".

Fui a la playa. Total, casi nunca me daba por ir. Me senté en la arena a mirar al horizonte y a rezar en mi madre. ¿Qué había podido pasar?

CRISTINA
Me despedí de Cristian al poco rato. Tenía que irse a casa por no sé qué. Me quedé mirando el horizonte para pensar en Blanca.

Blanca...

Jamás volvería. Y lo peor era que, con ella, se había llevado la felicidad de la casa. "Empiezan los tiempos oscuros", pensé.

SARAH
Entonces, me sonó el móvil. La canción "Dark Horse" de Katy Perry empezó a sonar en la calma de la playa y una chica, que estaba cerca, se me quedó mirando.

>>O era fan de Katy, o estaba molestándola.

CRISTINA
"Tiene gracia", pensé cuando el móvil le sonó a una chica que estaba a unos pasos de mí, "justo estaba pensando en dark times".


Continuará...